Las gaviotas.
Hoy voy a empezar a construir la casa donde estaré para toda la vida. Para ello necesitaré madera, mucha madera, pues será una casa grande, tan grande como puede parecer un hombre muy alto, gordo y barbudo abriendo mucho los brazos. Así de grande. Las puertas serán del mismo color que el musgo que crece en las piedras de los ríos, y tendrán pomos hechos de madera de sauce risueño, pues los llorones no tienen cabida en mi humilde morada. Continuando con la visita, os diré que todo el suelo d e mi casa estará cubierto por una fina capa de césped. Pero no de ese césped que estáis pensando, no de esa mierda artificial que llevan las alfombras del ikea y que pincha más que la cara oculta del Partido Popular. Oh, ni mucho menos! Será un césped mullido proveniente de los mejores prados de Inglaterra, para que uno pueda tumbarse tranquilamente en vez de recostarse en el sofá, y para poder ir descalzo. Me encanta ir descalzo, sobre todo si hay algo que merece la pena sentir bajo los pies. Y,